Hemos estado en pandemia por COVID-19 ya casi cinco meses y pareciera que seguiremos enfrentando a este virus por un gran período de tiempo. Las tres armas efectivas contra la enfermedad que debemos considerar hoy son la inmunidad, una vacuna, y el comportamiento social. En base a los otros subtipos de coronavirus que provocan un resfriado, se piensa que la inmunidad contra SARS-CoV-2, el virus causante de COVID-19, puede durar aproximadamente unas 40 semanas. Es decir, alguien que se infecta hoy y desarrolla inmunidad contra el virus, luego de pasado diez meses podría volver a infectarse; por lo tanto una vacuna es necesaria. Sin embargo, para poder desarrollar una vacuna efectiva se necesitan tres fases de investigación, y muy pocas vacunas han llegado a la tercera fase, lo que indica que es poco probable que tengamos una vacuna con resultados que muestren efectividad y seguridad antes del 2021.

Dependiendo cómo han manejado la pandemia diferentes países, podemos ver cómo será el futuro a corto plazo. Ciertos países como Estados Unidos o Brasil, los cuales no lograron establecer una cuarentena oportuna, no la aplicaron en todo su territorio, o la han levantado muy temprano, han presentado un incremento de casos exponencialmente (por ejemplo unos 60,000 casos diarios en EE.UU ahora mismo). En cambio otros países como China y Nueva Zelanda han logrado mantener casos relativamente bajos, pudiendo levantar levemente las restricciones mientras continúan con la vigilancia de casos o brotes por COVID-19.
Las personas han empezado a adaptarse socialmente al cambio. El distanciamiento social, el uso de mascarillas y el lavado de manos van a ser las piezas claves para evitar contagios, transmisión del virus y casos de COVID-19 en los próximos años. Siguiendo estas medidas preventivas en los próximos meses no solo nos dará más tiempo para esperar por una vacuna efectiva, sino que con ellas contribuiremos a disminuir casos por la enfermedad, dándole oportunidad a los sistemas de salud de atender adecuadamente a cada paciente enfermo.
Otros de los escenarios para los próximos años es que el virus se vuelva estacional. Es decir que haya un pico de casos cada año durante invierno o la temporada lluviosa, tal cual como sucede para la influenza y el resto de virus respiratorios. El aire de invierno no solo ayuda a la transmisión de los virus respiratorios, sino que nuestra respuesta inmunitaria en las vías respiratorias se ve afectada al inhalar aire seco. Además, durante invierno las personas se mantienen en casa o espacios cerrados donde el riesgo de transmisión a través de pequeñas gotas que se liberan al estornudar, toser o hablar es más alto. Por ende debemos prepararnos para continuar con estas medidas en verano y especialmente durante el invierno.
En base a todos estos aspectos dependerá el futuro de convivir mientras SARS-CoV-2 esté circulando en la población. Si por ejemplo la inmunidad contra el virus es menor a 40 semanas y el virus se vuelve estacional, podríamos tener brotes cada invierno. En cambio si la inmunidad dura unas 100 semanas, tendríamos brotes de la enfermedad cada ciertos años. Si la infección con los otros subtipos de coronavirus ofrece una inmunidad parcial, podría parecer que hayamos eliminado el virus al tener menos casos, pero con probable re-emergencia en el futuro. Por otro lado, si la inmunidad contra el virus llegara a ser permanente, otra posibilidad es que el virus sí pueda ser eliminado. Sin embargo, aún hay muchas incógnitas con respecto a la inmunidad y al virus que deberán ser resueltas en las próximas investigaciones.
Desafortunadamente hay que admitir que el virus parece que vino para quedarse y va a ser casi imposible erradicarlo con una vacuna. Hay quienes opinan que se debe alcanzar una inmunidad de grupo de entre el 50% al 80% dependiendo la región, siendo el uso de una vacuna la única vía segura para lograr la inmunidad en la mayoría de la población. Por lo tanto es necesario que todos seamos conscientes de los riesgos de COVID-19 y aprendamos a convivir con el virus siguiendo las medidas preventivas. Debemos ser pacientes mientras esperamos por una vacuna efectiva y segura.
Datos obtenidos del artículo publicado en la revista Nature (05/08/2020) por Megan Scudellari.